El teatro en la Primera República

Teatro


El teatro en la Primera República


De España llegaron a la antigua isla Española las primeras manifestaciones teatrales documentadas. Los areitos fueron, sin embargo, las más antiguas expresiones dramatizadas que tuvieron a la isla como escenario. A través de ellos, los taínos contaban sus hazañas y recreaban sus creencias, pero no quedaron pruebas de estas exposiciones por ser una sociedad ágrafa.


Las recreaciones de los conquistadores se convirtieron, no por casualidad, según conclusiones de diversos historiadores, en un instrumento de arraigo de la cultura ibérica en las nuevas tierras conocidas.


Las obras de arte escénico tenían, sobre todo, un componente religioso que la iglesia utilizaba en su labor evangelizadora. En la isla se reprodujo el patrón de otros predios conquistados en los que los dramas histriónicos se expresaban en lengua aborigen y en español.


Las limitaciones de una España en decadencia no permitieron una manifestación resaltante del teatro, ni siquiera cuando ya Santo Domingo era nombrada como la Atenas del Nuevo Mundo. Su importancia administrativa no la hacía merecedora de tan pretenciosa enunciación, que sólo puede salir de una comunidad en permanente ebullición cultural, como consignan escritores de la valía de Pedro Henríquez Ureña.


Lo que no deja sin valor el hecho de que haya al menos una obra que pone en evidencia las manifestaciones escénicas que tenían lugar en este territorio. Se trata del Entremés de Llerena , única en su especie perteneciente al siglo XVI. Lo escribió el sacerdote y profesor de latín Cristóbal de Llerena de Rueda, quien nació en la capital de la isla entre 1540 y 1550.


En la obra, varios personajes son representados por un mismo actor. Eran siete los que entraban en escena para dramatizar la realidad socio-política del momento, matizada por la invasión del pirata Francis Drake y una aguda crisis económica.


Según José Molinaza, autor de la Historia del Teatro Dominicano, no hay documentos que permitan referirse a una significativa manifestación teatral todavía a principios del siglo XVII, ni siquiera cuando por estas tierras vivió don Tirso de Molina. Espectáculos que no seguían el rigor del teatro eran los que divertían entonces, afirman los historiadores.


Pero avanzado el tiempo se popularizaron manifestaciones artísticas en residencias particulares, sobre todo, acorde con la versión de Max Henríquez Ureña. También tenían lugar actuaciones populares en los predios de la Catedral de Santo Domingo.


No obstante, eran expresiones de poca calidad, muy acorde con una población que no contaba con salas de espectáculos y vivía en una indigencia cultural. Molinaza dice que estas dramatizaciones tenían “rasgos de un teatro medieval que entra a las grandes salas quitándole su carácter popular y obedece en gran medida a la tendencia de la clase dominante de sentirse identificada con su estatus”. Entonces, Haití ya tenía una aristocracia que apreciaba el teatro y lo desarrollaba.


La presencia haitiana en el este de la isla trajo también manifestaciones teatrales que, sin embargo, no llegaron a ser permanentes. Textos haitianos hacen referencia a la formación de al menos un grupo teatral en el que participaron militares que ejercían al mismo tiempo funciones en las fuerzas invasoras.

El feed de Twitter no está disponible en este momento.
© DominicanaOnline, El portal de la República Dominicana - Todos los Derechos Reservados