Teatro

Teatro dominicano

Las más remotas formas del arte escénico en la isla  se remontan a los taínos, cuyos areítos tienen  similitudes con el teatro primigenio de las danzas y cantos corales que los griegos escenificaban en honor al dios de la naturaleza y del vino, Dionysos.

En sus danzas y cantos – llamados areítos- los taínos honraban también a un dios animista, Yucahú, dador de la yuca y hacedor de  la creación. Al igual que el coro griego de 50 voces llamado ditirambo y dirigido por un corifeo, nuestros ancestrales pobladores formaban un nutrido coro bajo la guía de un “tequina”, quien pronunciaba las primeras palabras de la representación, como hacía el corifeo.

Desde geografías remotas, ambas culturas desplegaron expresiones artísticas que han probado ser universales: canto coral con música, poesía, pantomima y danza actuada. Tanto los taínos como los griegos del teatro primigenio popular terminaban en estados de trances estáticos. Los montajes se hacían en espacios circulares abiertos, que los griegos llamaban mirador y los taínos, batey, donde se congregaban público y actores.

Pero mientras las primeras formas expresivas griegas del espectáculo dramático evolucionaron en un teatro estructurado de corte menos religioso y más mundano, los areítos desaparecieron de la isla en el siglo XVI, pocos años después de la conquista española.

 

El teatro en la colonia

Los colonizadores usaron el teatro para propagar la fe cristiana entre los nativos, aunque no todo parece haber sido representaciones eclesiásticas. En el tomo II de su Historia de la Cultura Dominicana, Mariano Lebrón Saviñón apunta que “desde los días de la colonia el teatro se practicaba como diversión favorita de los vecinos de la ciudad de Santo Domingo” con obras importadas de España y entremeses y comedias escritas por criollos.

El cuadro de la actividad cultural en la colonia es fragmentado, hecho de retazos por la falta de información documentada. No obstante, hay indicios de que el teatro existió, como indica Pedro Henríquez Ureña, en varios ensayos que aparecen en su Obra Dominicana, publicada por la Sociedad de Bibliófilos en 1988.  Algunos de esos indicadores son:

  • El entremés de una comedia del criollo P. Cristóbal de Llerena, salvada para la historia por un proceso judicial. Presentada en 1588, creó un gran escándalo por sus críticas a las autoridades de la época y a las políticas económicas que arruinaban la isla. Llerena componía “comedias para solemnizar las fiestas y regocijar al pueblo”, según escribió en su defensa el arzobispo Alonso López de Ávila al rey Felipe II el 16 de julio de 1588.
  • Una declaración de 1588 de los actores estudiantes de que las representaciones profanas se montarían en el atrio y no en el interior de las iglesias.
  • Una censura en 1663 del arzobispo Francisco de la Cueva Maldonado a los estudiantes que perdían mucho tiempo en organizar representaciones teatrales.
  • Otra censura dictada en 1680 por Francisco Segura Sandoval, que prohibía escenificar comedias en la noche.
  • En 1771 se presentaban obras en el palacio del gobernador José Solano.
  • Américo Lugo dijo haber visto en España el manuscrito de una comedia compuesta en Santo Domingo en letra del siglo XVIII.
  • El propio Pedro Henríquez Ureña vio en su infancia otro manuscrito semejante del siglo XVIII entre los papeles de su abuelo, el magistrado y poeta Nicolás Ureña de Mendoza.
  • En 1803, en el período francés, se habilitó como teatro la iglesia Regina Angelorum.
  • En 1806 el gobierno francés del general Jean Louis Ferrand ofreció un local para representar comedias. Dieciséis oficiales y cinco damas, todos amateurs que buscaban “sacar provecho al ocio’’, representaban todos los papeles, no siempre con gran calidad, según consta en las memorias de M. Lemonier-Delafosse, publicadas en 1846.

Los comienzos teatrales del grupo terminaron con la derrota de Ferrand en 1808 a manos del militar español Juan Sánchez Ramírez, quien restableció el dominio español en la parte oriental de la isla.

Hasta 1843 no vuelven a aparecer registros de actividades teatrales. En ese lapso de treinta y cinco años los dominicanos vivieron acontecimientos traumáticos. La miseria económica, agudizada en el período de la España Boba, la frustrada independencia efímera de José Núñez de Cáceres, y la invasión del ejército haitiano que impuso su dominio durante 22 años.

 

Teatro independentista

El teatro le dio alas a la independencia nacional. Tuvo un propósito transformativo, y aunque fue obra de novatos con montajes improvisados, sus promotores fueron más que todo agentes del cambio, creadores de un mundo hasta entonces impensado.

Un teatro por humilde que sea, al decir del filósofo José Ortega y Gasset, es siempre “un monte Tabor donde se cumplen transformaciones”. Juan Pablo Duarte, ideólogo de la independencia, lo empleó como género visionario. El patricio proyectó en el retablo un futuro virtual libre de cadenas.

Estos actores “improvisados a quienes el ardor nacionalista convertía en intérpretes admirables”, según Joaquín Balaguer, revivieron el teatro como instrumento de lucha política revolucionaria con la Sociedad Dramática, apéndice de La Filantrópica, fundada en 1840 con el lema de paz, unión y amistad, y el secreto objetivo de propagar el ideal independentista.

Ambas organizaciones fueron precedidas por La Trinitaria, movimiento clandestino de 1838 en el que Duarte agrupó a jóvenes de su entorno y generación para fraguar la nación dominicana.

Los trinitarios hicieron de actores, directores y propagandistas. Con recursos precarios montaron obras extranjeras, como “Bruto o Roma Libre”, “La viuda de Padilla” y “Un día del año 23 en Cádiz”. Promovían las funciones por medio de volantes que distribuían entre los vecinos. Juan Pablo Duarte era el  apuntador que leía en voz baja detrás del telón las líneas que los actores olvidaban. En el rol de actores se destacaron Félix María del Monte, Pedro Pina, Juan Isidro Pérez, Jacinto de la Concha, José María Serra y Pedro  Pina. Las novias, amigas y hermanas de los jóvenes revolucionarios interpretaban los roles femeninos.

Sigilosamente, “la revolución de los muchachos” – como la llamaban — encandiló el sentimiento nacionalista de los dominicanos. El gobernador haitiano miraba de lejos las presentaciones teatrales y las consideraba inocuas entretenciones.

Las energías empleadas en ese esfuerzo alumbrarían dramaturgos criollos cuyas futuras obras siguieron teniendo connotaciones socio-políticas que reflejaban la turbulencia de los tiempos.

El  trinitario Félix María del Monte fue el primer dominicano en embarcarse en la producción teatral de manera independiente, según señala en su libro Historia de la Cultura Dominicana, tomo II, Mariano Lebrón Saviñón, quien lo cataloga como el padre del teatro dominicano.

Joaquín Balaguer, a su vez, lo considera la primera figura literaria de la generación de la independencia  (Historia de la Literatura Dominicana, 1956).

Doce años después de fundada la República, Del Monte escribió el drama histórico Antonio Duvergé o Las Víctimas de Abril (1856), centrado en el fusilamiento de Duvergé por orden del general Pedro Santana. De su autoría es la leyenda dramática “El Artista Antonio Brito”. También, “El Ultimo Abencerraje”, “El Mendigo de la Catedral de León”, “El vals de Strauss”, y la zarzuela “Ozema o la Virgen Indiana”.

Otro impulsor del drama histórico teatral fue Javier Angulo Guridi, de la etapa de la Restauración (1865). Inspirado en sus experiencias en la guerra restauradora, escribió en 1867  “Cachorros y Manigüeros», breve obra teatral de carácter cómico. Cultor de la corriente romántica, su famosa tragedia “Iguaniona” ha sido calificada como su mejor obra, una de las primeras en tratar el tema indígena.

El auge del nacionalismo con su desdén por lo colonial popularizó los temas indígenas y costumbristas en el teatro dominicano, particularmente en dos etapas históricas: el período de la Restauración o Segunda República,  y durante la intervención militar norteamericana de 1916.

En la visión del antólogo teatral José Molinaza: “El teatro dominicano evoluciona temáticamente del indigenismo hacia el costumbrismo o criollismo como un producto de variables románticas que en algunos casos se acercan…a la búsqueda de un teatro representativamente dominicano”. En otras instancias, agrega, se emplea “para ocultar la presencia del negro.”

 

Destacados dramaturgos del siglo XIX

En adición a Del Monte y Angulo Guridi, en la producción teatral del siglo XIX hicieron su aporte más de una decena de intelectuales dominicanos.  Dos prolíficos dramaturgos fueron Manuel de Jesús Rodríguez y José Francisco Pellerano.

De la autoría de Rodríguez son las obras “Tilema”, “La Promesa Cumplida”, “Los cálculos de un Tutor” y el drama en versos “La Hija del Hebreo”. Francisco Pellerano fue el autor de la exitosa comedia “El que menos corre vuela”, estrenada en 1811.

De la autoría de Arturo Pellerano Castro surgieron los éxitos de estreno “Fuerzas Contrarias” (1892), “Antonia” (1895) y “De Mala Entraña” (1902).

Otros intelectuales que incursionaron en el teatro fueron Francisco Gregorio Billini, César Nicolás Penson, Américo Lugo, José Audilio Santana, Federico Henríquez y Carvajal y Cristóbal Díaz.

Entre la pléyade de dramaturgos de principios del siglo XX uno de los más reconocidos por su competencia fue Ulises Heureaux hijo. En 1909 estrenó con mucho éxito el drama “Consuelo”, en el teatro La Republicana. De este hijo del dictador Ulises Heureaux, Lebrón Saviñón apunta:

“Toda la balumba del teatro de ideas, desde Ibsen a los autores galos contemporáneos, le era conocida, y Heureaux tenía maestría especial para preparar sus tramas y rematarlas con el final adecuado”.

Algunos de sus grandes éxitos fueron “Genoveva”, “Los Inmutables”, “El artículo 291” y “Alfonso XII”.

Otros que contribuyeron a la dramaturgia de principios del siglo XX son Pedro Henríquez Ureña  con el “El nacimiento de Dionysos”, en 1906, el único drama teatral que escribió; Américo Lugo con Los Ensayos Dramáticos de 1906 que incluye “Los Avaros”, los monólogos “Víspera de Bodas”, “En la peña pobre”.

En 1915 surgió el grupo de teatro de José Narcizo Solá, quien presentaba sus propias obras. Fue este año cuando Mélida Delgado Pantaleón escribió la primera parte “La Criolla”, comedia costumbrista en cinco actos. El quinto acto lo completó años después. Los primeros cuatro actos se publicaron en 1930 en el Diccionario de Criollismos de Rafael Brito, y en la Cítara Cibaeña editada en 1989 por Monseñor Hugo Polanco Brito. Esta comedia de todos los tiempos, fue presentada en el 2006 en el Teatro Columbus, de la ciudad de Providence, Rhode Island.

Otra obra clásica del costumbrismo, la zarzuela  “Alma Criolla” de Rafael Damirón, se estrenó por primera vez en 1916. Al año siguente, Damirón llevó al escenario “La trova del recuerdo” y “Mientras otros ríen”.

Con los marines en territorio dominicano, Damirón produjo “Los Yanquis en Santo Domingo”, que manifestaba posiciones  antinorteamericanas, al igual que la obra “Independencia o Muerte” de Ana J. Jiménez Yépez.

Al  tiempo que artistas dominicanos escenificaban sus críticas a la intervención, el gobierno militar acogió compañías de teatro europeas que habían perdido sus escenarios durante la Primera Guerra Mundial.

En el período post-intervención, según la data recogida por el autor Molinaza, la producción dramática criolla fue de 40 obras, pero apenas siete se publicaron. De este tiempo son “Los Quisqueyanos”, de Julio Arzeno; “La Cita”, de Fabio Fiallo (1924), y “Un Proceso Célebre”, de Mélida Delgado y Juan García, que abordan las injusticias contra las mujeres.

En la etapa del controvertido gobierno de Horacio Vásquez, que dio paso a la dictadura de Trujillo,  se estrenó la comedia política “El Consejo de Gobierno”, una sátira a la administración horacista.

También surgió el grupo de teatro del Instituto de Señoritas Salomé Ureña, formado por Urania Montás Cohén, y la poetisa Delia Weber, de formación metafísica, escribió los dramas “Salvador y Altamira” y “Lo Eterno”, así como el poema dramático “Los Viajeros”.

 

Teatro en la época de Trujillo

Si bien en la primera década de la dictadura de Rafael Trujillo la actividad teatral aparece  constreñida, el aprendizaje del arte dramático empezó a ser impulsado como nunca antes de manera formal con la llegada al país en 1940  del español Emilio Aparicio Martínez, director de teatro, escritor y dibujante, exiliado de la Guerra Civil Española.

Aparicio comenzó preparando obras para radio y teatro, las  montaba y dirigía en el teatro Olimpia y ensayaba en una casa de la calle Hostos, en la zona colonial. Introdujo las novelas radiales en La Voz del Yuna, en Bonao, convertida luego en la emisora oficial La Voz Dominicana.

Cuando tenía seis años residiendo en el país, el gobierno le pidió que formara una escuela de teatro.

 

Teatro Escuela de Arte Nacional

Emilio Aparicio fundó la escuela de arte dramático  en 1946, y comenzó la formación artística especializada de actores, dramaturgos y escenógrafos. El hombre que huyó del régimen de Francisco Franco no encontró otro espacio de sobrevivencia para su familia, y tuvo que trabajar en medio de las limitaciones consustanciales a otra dictadura.

Las restricciones a la libertad creativa no impidieron la formación de una generación de actores y dramaturgos dominicanos de alto calibre.

Entre sus alumnos destacaron Rafael Gil, Jesús Lizán, Franklin Domínguez Freddy Nanita, Marino Hoepelman, Ana Gómez, Mary Sánchez, Lucía Castillo, Monina Solá, Juan Llibre, Oscar Iglesias, Zulema Atala, Francisco Grullón Cordero, Liliano Angulo, , Julio César Félix, Thelma Nury, Fermás Ariza, Rosa de la Rosa y Antonia Blanco Montes, quien fue su esposa.

El maestro Aparicio imprimió estándares de calidad a sus representaciones. Llevó a escena las obras de Arthur Miller, Jean Paul Sartre, Albert Camus, José Calvo Sotelo, Miguel Miura, Jacinto Benavente y Miguel Cervantes, entre otros.

Algunas obras recordadas son “Prohibido Suicidarse en Primavera”, “El hombre que yo Maté”, “Drácula, el Vampiro”, “Papá Gutiérrez”, “La Muerte Envía su Tarjeta”, “Amores Famosos”, “Por la Buena o por la Mala”.

El tiempo de Aparicio fue corto, pero intenso. Murió de un cáncer a los 41 años, y la escuela tuvo otros directores de mayor permanencia, entre ellos Luis González Chamorro.

Uno de sus aventajados alumnos, Rafael González Tirado, escribió a su muerte en 1949: “¡Maestro! Con el prodigio de tu inteligencia nos diste a comprender el arte y emocionaste nuestros corazones con la grandiosidad del tuyo” (Angela Peña, reportaje del12 de agosto del 2007, Periódico Hoy).

Otros egresados destacados de la escuela en años sucesivos fueron Salvador Pérez Martínez, Rafael Vásquez, Mario Heredia, Miguel Alfonseca, Santiago Lamela Geler,  Iván García, Niní Germán, Rubén Echavarría, Servio Uribe, Danilo Taveras, Esperanza de Álvarez, Flor de Bethania Abreu, Aurea Juliao, Josefina Gallart, Camilo Carrau, Pepito Guerra, Víctor Vidal, Margarita Baquero.

Algunos dramaturgos sobresalientes son Máximo Avilés Blonda, Manuel Rueda, Franklin Domínguez, Bienvenido Gimbernard, Mario Morel, Carmen Natalia, Franlin Mieses Burgos, Mario Lebrón Saviñon,Manuel Marino Miniño, Delia Marrero, Pedro René Contín Aybar, Héctor Incháustegui.

Cuatro obras clásicas del teatro dominicano de los años 50 son “La Trinitaria Blanca”, de Manuel Rueda; “Espigas Maduras”, de Franklin Domínguez; “Las Manos Vacías”, de Máximo Avilés Blonda, y la trilogía “Prometeo”, “Filoctetes” e “Hipólito”, de Héctor Incháustegui.

Como ocurrió mundialmente, el teatro radial basado en el diálogo, la música y los efectos de sonido se convirtió en la República Dominicana en un fenómeno de entretención popular. Una mocana, la actriz pionera Divina Gómez, dirigió hasta 1944 el Cuadro de Comedias de La Voz del Yuna, en Bonao.

Los jóvenes de la Escuela de Arte idearon el Cuadro Experimental de Comedias María Martínez, con la idea de hacer un teatro criollo. El grupo lo dirigía Rafael Montás, y de ahí surgió el Club de Actores, bajo la guía de Santiago Lamela Geler.

La actriz Toña Colón fue la directora del programa Romance Campesino que cautivó la audiencia nacional desde que comenzó a transmitirse en 1952 por La Voz Dominicana. Toña Colón actuaba como Felipa, esposa de Macario, el actor Luis Mercedes Miches. De ese tiempo son las actrices Nubia Ulloa, Thelma Nurys Espinosa, Teresita Basilis, María Fabián, Flérida Espinal, Rosita Saladín, María Rosa Almánzar, Mary Sánchez, Ernedina Cruz, entre muchas otras.

 

Teatro contemporáneo

Tras la dictadura, el teatro dominicano inició una nueva etapa de crecimiento sin igual, alentada por expresiones libertarias y los vientos de cambio que trajeron las décadas siguientes. El mundo se agrandó para los dominicanos. Quizás como en ningún otro tiempo, los actores empezaron a ofrecer el regalo de su talento a múltiples audiencias, y el teatro como evento comunal comenzó a ser un espejo en el que la nación se descubría.

Obras que retrataban problemas sociales, como “Se Busca un Hombre Honesto” y “Tribunal de Confiscaciones”, montadas en 1964 por el actor y dramaturgo Franklin Domínguez, llenaron las salas de los teatros del país.

Con otras obras de calidad alegóricas a la realidad de su tiempo contribuyeron Iván García, Máximo Avilés Blonda y Rafael Gil Castro.

Durante la insurrección civil de abril de 1965, que condujo a la segunda intervención militar de los Estados Unidos en el país, surgió un frente de artistas que realizó montajes teatrales para los comandos revolucionarios, los cuales luchaban por el retorno del gobierno constitucional de Juan Bosch derrocado por un golpe militar en 1963. Entre ellos fueron prominentes Delta Soto, Iván García, Franklin Domínguez y Miguel Alfonseca.

En 1966 se creó el Teatro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, bajo la dirección de Máximo Avilés Blonda, y luego de Rafael Villalona.

Con el regreso de Villalona de la antigua Unión Soviética (URSS), donde estudió, el teatro dominicano contemporáneo entró en otra etapa de cambios trascendentes en contenidos, estructura y metodología.

En 1969 Villalona y su esposa, Delta Soto, crearon el Grupo Nuevo Teatro, primero en constituirse formalmente como organización independiente siguiendo el método de actuación de Konstantin Stanislavsky con un manifiesto de arte escénico que leyeron en la plaza de La Atarazana. Entre sus miembros figuraron Ángel Haché, Víctor Checo, Miguel Ángel Bucarelli, Augusto Feria y Félix Germán.

El teatro callejero, el teatro musical y el folklórico comenzaron su auge a mediados de los años setenta con el grupo Proyecciones, del dramaturgo y director Jimmy Sierra, quien produjo jornadas teatrales en las calles, a la vez que Jaime Lucero entraba a la escena con su Teatro Popular Folklórico Dominicano.

Los años ochenta marcaron los inicios de la institucionalización de actividades teatrales, festivales, concursos de teatro y de dramaturgia. A nivel oficial, el 27 de marzo fue declarado Día Nacional del Teatro. A partir de entonces. con la  celebración del Marzo Teatral, empezaron a otorgarse los premios Emilio Aparicio a las mejores agrupaciones teatrales.  Ya en 1977 Iván García había creado el Festival Nacional de Teatro Emilio Aparicio, en memoria del maestro.

A mediados de la década se celebra el Primer Congreso de Teatro, y de esos esfuerzos surge la primera Asociación de Grupos de Teatro Independientes (AGRUTESA).

Se crean nuevas instituciones para fomentar el arte teatral, y la cooperación de  extranjeros, como el director español Ramón Pareja, el pantomimista uruguayo Alberto Rowinski, y Eduardo Di Mauro, titiritero de Argentina, ensanchan las miras y enriquecen el trabajo de los dominicanos en esos campos, apunta el actor Robinson Aybar en un ensayo para el Latin American Theatre Review.

Desde entonces florecen los grupos de teatro independientes, los de instituciones oficiales, privadas y educativas. Hay teatro para todos los públicos y edades. Un hecho notable es que existen hoteles y clubes con sus propios grupos de teatro.

Con la entrada del milenio, la actividad teatral siguió creciendo de manera consistente. En el territorio nacional operan alrededor de treinta grupos de teatro, se montan centenares de obras al año, festivales y temporadas teatrales. A nivel oficial funciona una Dirección de Festivales de Teatros que organiza eventos nacionales e internacionales.

Grupos teatrales dominicanos y extranjeros ofrecen una vez al año montajes en los escenarios del Teatro Nacional, en Bellas Artes, Casa de Teatro, en el Centro de Cultura de Santiago y en varios espacios alternativos de barriadas de Santo Domingo.

El más reciente festival nacional organizado por el Ministerio de Cultura reunió a 24 grupos teatrales, 14 directores y un total de 23 obras.

Han sido instituidos incentivos al arte dramático, como el Premio Nacional de Teatro, considerado el más importante de todos. Durante el Marzo Teatral suelen celebrarse numerosas actividades de teatro, como el Festival Internacional de Aficionados Emilio Aparicio, que entró en su decimosexta versión el 22 de marzo del 2016, con el auspicio del Ministerio de Cultura.

Por igual, desde hace nueve años se celebra el Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo (FITE) organizado por el ministerio de Cultura y la Dirección de Festivales de Teatro de Bellas Artes. En este evento participan compañías latinoamericanas, norteamericanas y europeas.

El Teatro Nacional es el principal centro de espectáculos y teatro de Santo Domingo desde1973. Sus salas acogen 1,800 personas. Veintidós años después de su construcción, las mismas instalaciones fueron replicadas en la ciudad de Santiago con el nombre de Gran Teatro del Cibao.

Otras entidades oficiales son La Compañía Nacional de Teatro, apéndice de la Dirección de Bellas Artes; Sala Manuel Rueda, Teatro Rodante, Teatro Popular de la Plaza de la Cultura, Grupo de Teatro de la Escuela de Bellas Artes de Santiago, el Teatro de La Vega y la Sala de la Plaza de la Cultura, en Bonao.

Existen, además, los teatros de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, el teatro Proyección del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), el del Centro Cultural Dominico-Americano, y el de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA).

Algunas de las entidades independientes destacadas son:

  • Casa de Teatro, fundada en 1974 por el escritor dominicano Freddy Ginebra.
  • Teatro Las Máscaras, creado en 1995 por las actrices Germana Quintana y Lidia Ariza, quienes habían establecido cinco años antes la Fundación Pro-Arte Dramático. Su presencia en la zona colonial ha contribuido a ampliar la oferta teatral para una diversa gama de público. Uno de sus objetivos es despertar entre los jóvenes la pasión por las tablas.
  • Teatro Guloya, fundado en 1991 por Claudio Rivera, director y actor, y Viena González, actriz y productora, quien imparte docencia y dirige el grupo de Teatro de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
  • Fundación Teatro Cúcara-Mácara, establecida el 21 de marzo de 1981. Su quehacer central se centra en los niños y jóvenes que reciben cursos-talleres de teatro y danza.
  • Teatro Gayumba, dirigido por Manuel Chapuseaux, fue creado en 1976 y ha representado al país en festivales internacionales. Sus integrantes, formados con el director y actor venezolano Rómulo Rivas, consolidaron el teatro callejero de los años setenta y ochenta.
  • Teatro Popular de Santiago, que surgió a partir de varios talleres que impartió en la provincia de Santiago Rafael Villalona.
  • Teatro Luna, dirigido por Fausto Grullón, otro egresado de la antigua Unión Soviética. Funciona en el barrio Mejoramiento Social.
  • La Cuarta, otro teatro dirigido por un egresado de la vieja URSS.
  • Teatro Escuela Divergente, combina elementos del teatro popular y del clown con el propósito de divertir a la gente y comunicar un mensaje de esperanza divergente. Fue fundado por la actriz y dramaturga Ingrid Luciano Sánchez y por Tomás Rubio, poeta-clown, profesor de teatro, escritura creativa y narración oral.
  • Teatro Terapéutico del Centro de Atención Integral para Discapacitados.
  • Teatro Alternativo, de Lorena Oliva.
  • Naboria Teatro, formada por un grupo de actores que buscan ofrecer al escenario teatral dominicano obras distintivas.
  • Teatro Huella Latina.
  • Alta Escena.
  • Teatro Ícaro.
  • Teatro la Fiesta, del Hotel Jaragua.
  • Teatro del Club de Arroyo, con 35 años operando.
  • Grupo de Teatro de Los Prados.
  • Grupo de Teatro Los Leones, de Hato Mayor.
  • Compañía de Teatro Bethania Abreu.
  • Compañía de Teatro Amarilis Rodríguez.

 

Nueva generación de dramaturgos y actores

La etapa contemporánea del teatro dominicano ha producido una cantera de nuevos dramaturgos, directores, actores y actrices de talento. Entre los más reconocidos figuran Manuel Chapuseaux,  Marcio Veloz Maggiolo, Carlos Esteban Deive, Efraín Castillo, Haffe Serulle, Arturo Rodríguez Fernández, Añez Bergés, Rafael Villalona, Giovanni Cruz y Chiqui Vicioso.

Como directores y actores destacan María Castillo, Bienvenido Miranda, Ángel Haché, Germana Quintana, Karina Noble, Federico Pellerano, Elvira Taveras, Amarilis Rodríguez, Félix Germán, Carlos Espinal, Arturo López, Ángela Herrera, Lilyana Díaz, Carlota Carretero, Nives Santana, Niurka Mota, Lidia Ariza, César Olmos, Enrique Chao, Basilio Nova, Juan María Almonte, Víctor Pinales, Osvaldo Añez, Yamilé Scheker, Enrique Chao, Olga Bucarelly, Aidita Selman, Leonardo Grassals, Niurka Mota, Josué Guerrero y Mario Lebrón, de una larga lista.

Otros talentos jóvenes que recogen las crónicas culturales son Orestes Amador, Waddys Jáquez, Karina Guerra, Laura Guzmán, Laurine Ferrand, Henry Mercedes, Tomás Rubio, Ivanova Veras, Ingrid Luciano Sánchez, María Bosch, Frank Perozo, José Manuel Rodríguez, Jhonnie Mercedes. Otros actores homenajeados por su labor son Estela Cuesta, César Olmos, Augusto Feria, Lincoln López, Bienvenido Miranda, Manuel López, Mario Heredia y Víctor Checo.

 

Minibiografías

Franklin Domínguez: Dramaturgo, actor y director teatral nacido el 5 de junio de 1931 en Santo Domingo. Domínguez se graduó como actor de la Escuela Nacional de Bellas Artes y obtuvo licenciaturas en Filosofía y Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Fue director del Teatro de Bellas Artes en dos oportunidades. Ha representado al país como dramaturgo en eventos y festivales de teatro internacionales. Sus obras han sido traducidas al inglés, al francés, chino y ruso. Se han presentado en el Teatro Garnier, de Mónaco; en el Royal du Gymnase, de Bélgica; en el Madison Square Garden, de Nueva York; en el estadio Roberto Clemente, de Puerto Rico; en el teatro Repertorio Español, de Nueva York, y en los teatros nacionales de Honduras, El Salvador y República Dominicana. Ha escrito más de 80 obras de teatro. Ha sido galardonado nueve veces con el premio nacional de teatro Cristóbal de Llerena, y ha ganado tres veces el ACE, de Nueva York. En 2003 recibió el premio nacional de literatura de España. En 1979 obtuvo el Gran Dorado y en 1983 ganó el primer premio en el certamen Internacional de Dramaturgos Diego Fabbri.

Rafael Villalona: Egresado de la Escuela de Teatro de Bellas Artes, del Instituto Teatral Lunacharsky,  y del Instituto de Arte Gubernamental de Moscú, donde estudió Actuación y Dirección Teatral. En 1969 fundó el grupo Nuevo Teatro, el cual fue el primero y más importante de la época. Introdujo, junto a su esposa, Delta Soto, el método de actuación del ruso Konstantin Stanislavsky, para lo cual abrió una academia teatral donde se formaron y reentrenaron teatristas dominicanos. Siguiendo los nuevos lineamientos montaron “La ópera de tres centavos”, “Las Sillas”, “Pirámide 149”, “Los invasores” y “Proceso por la sombra de un burro”, entre otras. Villalona fundó el Movimiento Cultural Universitario (MCU) y el grupo teatral Antón Chejov. Declarado oficialmente Gloria Nacional del Teatro, nació en 1942 y murió en el 2012.

María Castillo: Una sala del Teatro Nacional lleva el nombre de esta reconocida actriz, directora y productora, quien inició su carrera hace 40 años. En la década de los setenta estudió en la Escuela de Arte Escénico de Bellas Arte y egresó con diploma Summa Cum Laude del GUITIS Lunacharsky de Moscú como alumna de los maestros Tumanov y Efros. Le fue otorgado el Premio Internazionale Lumiere 2002 de la Unión Nacional de Profesionales de Dramaturgia y Cinematografía de Italia. Recibió del gobierno francés el título de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa, y del gobierno dominicano, la Medalla al Mérito de la Mujer. También, el Premio ACE, de la Asociación de Cronistas de Nueva York, en la categoría de actriz, y el Mejor Elenco de Compañía Visitante, de HOLA, Nueva York, en 2008. Algunos de sus destacados montajes son: “Tres mujeres altas”, “Las Manos”, “Los Miserables”, en Chicago; “Dream Girls”, “Rent”, “El Hombre de la Mancha”, “La Gaviota”, “Banco del Parque”, “El Decamerón” y “Muller Machine”.

Iván García: Teatrista, dramaturgo, director de teatro, profesor, narrador y periodista, nacido en 1938 en San Pedro de Macorís. En 2015 fue distinguido con el Gran Soberano. Comenzó su carrera de actor en 1955 y desde entonces sigue activo. Ha interpretado a más de 200 personajes en innumerables obras. La primera obra que dirigió fue “Julio César”, de William Shakespeare, y la primera obra dramática de su autoría fue “Más allá de la búsqueda”, estrenada en el primer festival de teatro dominicano celebrado en Bellas Artes en 1963. Fungió como director de la Escuela de Arte Dramático en el período de su reforma, y como profesor de teatro, actuación, dirección teatral, montaje, dramaturgia, expresión oral y dominicanidad. Fue director del Teatro de Bellas Artes en cuatro ocasiones y ocupó el puesto de director nacional de Drama en el Ministerio de Cultura.

Flor de Bethania Abreu: Declarada en 2007  Gloria del Teatro Nacional. Con más de 60 años en el escenario, en 2013 le fue dedicada la tercera versión del Festival Nacional de Teatro Santo Domingo. En 2010 ganó el premio Casandra por Mejor Dirección, con la obra “Bodas de Sangre”. Es directora del ciclo de lecturas dramatizas del Centro Cultural de España. Hizo su primera actuación a los 14 años en «La dama de Alba». Ganó el premio a la mejor actriz del diario La Nación en 1953 por la obra “Laura en el zoológico de cristal”. Tras estudiar en la Escuela de Teatro Nacional obtuvo una beca en el Art Institute of Chicago, y de allí egresó con una licenciatura en Drama. En 1963-64 logró otra licenciatura en Cinematografía de la Universidad Complutense de Madrid. En España formó parte de la compañía nacional de Teatro María Guerrero y de la Compañía Adolfo Marsillach. Fue subdirectora de la Compañía Nacional de teatro en 1979-81,  y durante el 2006-07. En 2003 el Gobierno dominicano le otorgó la Medalla al Mérito de la Mujer. Ese año obtuvo el Premio Lumiere del Instituto de Cinematografía de Italia. En 1979 creó la Compañía de Teatro Flor de Bethania.

Divina Gómez: Nombre artístico de la mocana Altagracia Diluvina Burgos. Nació en 1893 y murió en 1984 tras una larga carrera en escenarios nacionales y extranjeros. Una de las salas del Gran Teatro Cibao lleva su nombre. En su honor la escuela de Bellas Artes de Santiago celebra el festival Divina Gómez, ya que la actriz, en 1955, logró instituir la enseñanza teatral en ese centro. Algunos de los roles que protagonizó más recordados son “La enemiga”, de Darío Nicodemi; “Mi hijo el doctor”, adaptación de la obra del uruguayo Florencio Sánchez, y “La Casa de Bernarda” del español Federico García Lora. La actriz dirigió el cuadro de comedias de la Voz del Yuna, que luego fue convertida en la emisora oficial La Voz Dominicana.

Delta Soto: Nativa de Santo Domingo, estudió en la Escuela de Bellas Artes y en el Instituto Gubernamental de Arte de Moscú (GITIS). Fundó junto a su esposo, Rafael Villalona, el grupo Nuevo Teatro al volver al país. Fue co-creadora del Centro de la Cultura de Santiago. Profesora de teatro de niños y adolescentes, fue maestra de actuación de la UASD. Como actriz ha encarnado más de 60 personajes y participado en numerosas obras.

Ángel Haché: Actor y director teatral, graduado de la escuela oficial de cine de España, su talento creativo lo expresó en las tablas y en las artes plásticas dominicanas. Nació en 1943 en San Pedro de Macorís y falleció en abril de 2016. Ese año fue nominado para el premio Soberano como director teatral por la obra “Oleanna”. Trabajó como actor en España y al regresar al país a principios de los años setenta, se incorporó con Villalona al teatro independiente. Se caracterizó por ser un actor multifacético y durante muchos años enseñó en la Escuela de Arte Dramático de Bellas Artes, transmitiendo la visión de que el teatro “no es sólo texto o estética, también es conflicto, acción dramática…concentrada en un tiempo y espacio”.

Carlota Carretero: Nacida en 1963 en la ciudad de La Vega, ingresó a los 14 años a la Escuela Nacional de Arte Dramático y luego recibió su título de actriz del Consejo Nacional de Educación en 1981. En casi todas las numerosas obras en las que ha participado desempeñó papeles protagónicos. “Dos viejos pánicos” fue la primera obra en la que participó como profesional. Entre sus actuaciones más recordadas los críticos mencionan “La Dama de las Camelias”, “Dilca, en baño de damas”, “La Muerte”, “La Gaviota”, “Orinoco” y “El Guerrero”. Ha recibido los premios Casandra y el Talía de Plata. Ha trabajado también en cine y para la televisión de Puerto Rico.

Augusto Feria: Experimentado actor de las tablas desde hace 40 años. Fue parte del grupo Nuevo Teatro. Entre las obras de teatro en las que se ha destacado figuran “La secreta obscenidad de cada día”, “De locos y duendes” y “Aquí no paga nadie”. Su participación en cine nacional y extranjero incluye “Azúcar Amarga”, “La cárcel de La Victoria” y “Affaires Etrangeres”.

Olga Bucarelli: Su experiencia en las tablas data de más de cuatro décadas. Fue fundadora de los grupos Actores Unidos, Teatro Estudiantil de La Salle y Gratey. Impartió docencia en la escuela de teatro de Bellas Artes durante 25 años y fue subdirectora y actriz de la Compañía Nacional de Teatro. Hizo el primer desnudo del teatro dominicano en los años ochenta en la obra  shakespeareana “Sueño de una noche de verano”, tras haber actuado en infinidad de producciones. Ganadora del Casandra en 2009 por la obra “Divorciadas, evangélicas y vegetarianas”, y nominada en numerosas ocasiones a los principales premios nacionales.

Manuel Chapuseaux: Creador del grupo de teatro Gayumba junto a Nives Santana, grupo que consolidó a mediados de la década de los setenta y en los ochenta el teatro popular, y constituyó una revolucionaria vía de expresión de la juventud artística. Su repertorio incluye adaptaciones de obras clásicas y modernas así como infantiles. Este actor, director y animador teatral ha dirigido más de 50 obras y actuado en decenas de piezas. Su libro “Manual del Teatrero” fue galardonado con el Premio de Literatura Didáctica de 1987. Ganador del Soberano del año 2013 y de los premios Talía de Plata de 1980 y 1983. Dirigió el teatro de la UASD. Su labor docente abarca talleres de teatro, orientaciones a grupos teatrales de aficionados y populares. Con el teatro Gayumba ha representado al país en festivales celebrados en Costa Rica, Cuba, Ecuador, México, Estados Unidos y España. Tras sus cuarenta años de trabajo teatral, montó la obra “El Quijote no Existe”, considerada uno de sus mayores retos al presentar un enfoque distinto al tradicional con referencias a la actualidad, humor y cambios instantáneos de personajes a la vista del público. Fue el primer monólogo de su carrera.

Giovanni Cruz: Dramaturgo, actor, guionista y director, graduado de la Escuela Nacional de Arte Escénico de Bellas Artes. Nacido en 1953 en Santo Domingo, sus primeros intereses fueron científicos, lo que lo llevó a estudiar Química en la Universidad Pedro Henríquez Ureña. Hizo estudios de Especialización Artística y Cultural en varios países de América Latina. En Colombia realizó un curso de animación cultural. Ha sido docente de teatro de la Escuela de Arte Escénico, de las universidades Central del Este y de la O&M, y de los colegios Quisqueya, Yody y Fernando Arturo Meriño. Fue director y fundador del Teatro Ambulante Experimental y director de la Compañía Nacional de Teatro. Sus obras se han presentado en casi todas las provincias del país, en Francia, en Rusia, en Nueva York, Miami y en varias naciones latinoamericanas.

Cecilia García: Considerada una  de las actrices más versátiles del teatro nacional, es notable por sus éxitos musicales que combinan actuación, música, drama, humor y baile, entre ellos “Evita”, “Víctor Victoria” y “El beso de la mujer araña”. Su obra de consagración en el teatro ha sido “María Callas”, donde interpretó la vida de la famosa cantante de ópera del siglo pasado. Su interpretación de Evita congregó en el Teatro Nacional a una cantidad público sin precedentes, lo que le valió el premio Casandra de 1988. Ha recibido numerosos galardones como actriz, cantante y productora.

Amarilis Rodríguez: Directora teatral y actriz reconocida, galardonada con los premios Casandra, Dorado y Talía de Plata. Figura en la Galería de Teatro Dominicano del Teatro Nacional. El Banco Central de la República la reconoce como una de las principales artistas dominicanas de la actualidad. Dirige el grupo de teatro de la Universidad de la Tercera Edad (UTE). Su compañía de teatro, Producciones Amarilis, realiza sus propios montajes.

Germana Quintana: Fundadora del teatro Las Máscaras, del grupo de teatro de Arroyo Hondo, es, además, dramaturga de ocho obras. Realiza labor docente impartiendo talleres en Santo Domingo y en ciudades del interior. Venezolana de nacimiento, comenzó haciendo televisión y se convirtió en la primera mujer directora en Televisora Nacional de Venezuela, en el programa “Perfiles al aire”. Trabajó, además, en Radio Televisión Española. Fundó en Madrid el grupo hispanoamericano de teatro. Hija de diplomático, su vida se desarrolló en Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Cuba, España, México, Dinamarca y Francia. En 1979-80 creó con Nancy Álvarez la Compañía Producciones Teatrales, y grupos de teatro en diferentes clubes: Compañía de Teatro Club de Arroyo Hondo, Grupo de Teatro Club Los Prados, y Grupo de Teatro Club de Leones, de Hato Mayor. Forma, también,  el Grupo de Teatro de la Universidad APEC y la Escuela de Artes Altos de Chavón. Como dramaturga ha escrito, entre otras: “La hierba no da frutos”, “Dolly’s bar”, “Ta to nítido”, “No quiero ser fuerte”, “Ellas también son la historia”, “Volvió Juanita” y “Mea Culpa”. Ha sido ganadora en varias ocasiones de los premios Talía, El Dorado, Casandra y Soberano.

Lidia Ariza: Graduada de Escuela de Teatro de Bellas Artes en 1973, ha realizado numerosas interpretaciones bajo la dirección de Iván García, Franklin Domínguez, Bienvenido Miranda, Enrique Chao, Flor de Bethania Abréu y Germana Quintana. Cofundadora del teatro Las Máscaras, ha actuado en festivales extranjeros y ganado como mejor actriz en el Festival de Teatro Clásico en El Paso, Texas. Ganadora de los premios Casandra, inició su carrera con el grupo Calíope y perteneció a la Compañía de Teatro de Bellas Artes.

 

BIBLIOGRAFIA:

  • Balaguer, Joaquín, Historia de la literatura dominicana, 1956.
  • Francisco, Ramón, Literatura dominicana 60, Universidad Católica Madre y Maestra, junio de 1969.
  • Henríquez Ureña, Pedro, Obra Dominicana, Sociedad de los Bibliófilos, 1988.
  • Incháustegui Cabral, Héctor, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago 1978.
  • Miller, Jeannette, Textos sobre arte, literatura e identidad, Colección del Banco Central de la República volumen 114, serie arte literatura no. 48.
  • Molinaza, José, Historia crítica del teatro dominicano (dos tomos), Editora UASD 1984, Santo Domingo.
  • Lebrón Saviñon, Mariano, Historia de la cultura dominicana, tomo ll, 1994.

Fuentes del Internet:

  • Aybar, Robinson, Ensayo sobre el Teatro dominicano de los años 80, Latin American Review, primavera del 1992.
  • Dominicanaonline.org El teatro en República Dominicana.
  • Peña, Ángela, Emilio Aparicio Martínez, Hoy digital, 12 de agosto, 2007.
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