La Ruta de los Ingenios

La Ruta de los Ingenios

Los monumentos preservados de nuestra historia constituyen un acervo de valor incalculable. Permiten imaginar cómo era la vida religiosa de una ciudad siglos atrás, recrear la manera en que una antigua metrópoli se defendía de las incursiones piratas, ver la forma en que distribuía sus instalaciones oficiales, y constatar el esmero con que se diseñaban sus edificaciones. Y una ciudad como la de Santo Domingo, que se precia de ser un significativo destino cultural, tiene en su perímetro más antiguo, su Ciudad Colonial, ese legado que define en paredes, techos y perfiles de arcilla y piedra una forma de vida que es historia enriquecedora para todas las generaciones. De los inventarios que con el paso de los años han hecho autoridades locales, instituciones y peritos internacionales, han salido propuestas de visitas según la función social, cultural u oficial que tenían las edificaciones. Las sugerencias se resumen en cinco rutas fundamentales: Ruta de las Primacías, Ruta Civil, Ruta Religiosa y Ruta Militar.


Primacías de América


Santo Domingo es la primera ciudad europea de estructura renacentista en América. Su trazo cuadriculado, con sus calles amplias y rectilíneas, constituye un vivo reflejo del ideal cartesiano y racionalista que empezaba a despuntar en el pensamiento occidental. Edificada por el Gobernador de la isla Nicolás de Ovando, acoge parte de las primeras instituciones europeas transplantadas al Nuevo Mundo. En su haber destacan templos, monasterios, palacios, hospitales, murallas, edificios públicos y un notable sistema de alcantarillado para el desagüe pluvial.


Que Santo Domingo sea la primera gran ciudad europea de América es un dato fundamental para alguien que pisa esta tierra milenaria y no quiere marcharse de ella sin percibir la trascendencia del acontecimiento. Asimilado el hecho histórico, acontecido en 1496, queda por saber qué herencia física, palpable, queda de tan descomunal impronta colonial.


La Organización de las Naciones Unidas para la Cultura (UNESCO) reconoció oficialmente el valor que guardan las edificaciones coloniales de la ciudad de Santo Domingo, cuando declaró la zona “Patrimonio mundial de la humanidad”.


La Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación


En el edificio contrasta el estilo gótico de su estructura -formada por una iglesia de tres naves, la central más ancha que las laterales- con el carácter italiano de su fachada principal, decorada con motivos renacentistas


Su construcción formal se inició en marzo de 1523 y se completó alrededor del año 1541. El Papa Pablo III le concedió el status de Catedral Metropolitana y Primada de las Indias en 1546, ante el pedido del rey Carlos V.


Sus tres puertas dan una característica singular al templo, que acogió hasta 1992 los restos del Almirante Cristóbal Colón. Dos preservan el estilo gótico y una el estilo plateresco.


Alcázar de Colón o Palacio Virreinal de Don Diego Colón


Don Diego Colón, el hijo del Gran Almirante Cristóbal Colón, ocupó la casona junto a su esposa María de Toledo, en su calidad de primeros virreyes de América. Fue construida a principios del siglo XVI y ha sido restaurada para preservar estilo mudéjar. Mobiliarios, tapetes, camas y utensilios de la época, constituyen una valiosa muestra de la forma de vida de los primeros colonizadores españoles. Desde la residencia se mira al río Ozama, y en su frente está la Plaza de España, un lugar que es esencia de vida de la ciudad antigua, porque en ella nace la primera calle de la urbe y del continente: las calle Las Damas.


La vía, empedrada, acogía en las tardes a la virreina, quien se paseaba con su corte, como parte de un ritual que ponía de manifiesto el poder imperial que enarbolaban.


Hospital San Nicolás de Bari


El primer gobernador de la ciudad, Nicolás de Ovando, asumió entre sus múltiples tareas la construcción del primer hospital del continente, que se llamó San Nicolás de Bari, y cuya edificación concluyó en 1522, después que una cofradía, la de Nuestra Señora de la Concepción , se encargara de dar continuidad a la obra que costó más de veinte años levantar.


Aunque destinado a sanar enfermos, el edificio también servía de templo. Llegó a dar atención hasta 700 personas por año, una proeza para la época.


Sus ruinas, visitadas cada día por cientos de palomas, conforman uno de los escenarios más hermosos y emblemáticos de la zona. De su historia resalta el hecho de que el pirata Francis Drake lo respetara durante las incursiones que hizo a la ciudad.


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