Religión

La cristianización del Nuevo Mundo, que comenzó en la República Dominicana, sembró la semilla de un catolicismo cuyos frutos se han mantenido. El predominio del catolicismo tiene como telón de fondo la incidencia, muy evidente, de la jerarquía católica en todos los estratos sociales, económicos y políticos, de la mano del Concordato firmado entre la Santa Sede y la República Dominicana en 1954.

Sin embargo, durante el siglo XX, República Dominicana comenzó a vivir el desarrollo de una diversidad de expresiones religiosas –de confesiones protestantes- que se sumaron a las diferentes manifestaciones de la llamada religiosidad popular, presente desde la llegada de negros esclavos de África a la isla.

La espiritualidad de la raza negra pronto se puso de manifiesto en el país, aunque la historia tendría que registrar la creatividad a la que tuvieron que recurrir para disfrazar sus deidades en medio de las imposiciones católicas. Los africanos traídos de diferentes zonas del continente africano tenían diferentes lenguas, religiones y culturas, pero en general eran politeístas. El mantenimiento de su espiritualidad fue su respuesta ante la necesidad de preservar su identidad con la utopía de recuperar la libertad.

Las manifestaciones de la religiosidad popular que todavía hoy están muy arraigadas en segmentos de la población provienen de los africanos que ocuparon la parte occidental de la isla, colonizada por Francia. El vodú fue la religión popular que se formó en Haití y que luego se manifestó en la República Dominicana, con una variante local -religiosidad popular- que tiene elementos del espíritu europeo kardesiano y de la santería cubana.

En la historia religiosa del país hay también un aporte étnico indigenista. Los taínos, los pobladores de la isla en el momento del descubrimiento, tenían creencias religiosas muy estructuradas a través de las cuales se explicaban el origen del mundo –lo natural y lo sobrenatural- y la existencia humana. Llamaban a sus dioses cemíes, con los cuales se comunicaban a través de rituales y ceremonias que dirigían un sacerdote o behique.

Por otra parte, la relevancia de los ritos católicos en el país es más evidente en las fiestas nacionales más trascendentales, todas vinculadas a este culto. La Semana Santa, la Navidad, las fiestas patronales de los pueblos, la veneración a la Virgen de la Altagracia, con procesiones anuales de gran trascendencia, son parte del abanico.

Higüey, ciudad principal de la provincia La Altagracia, es el primer centro mariano de América bajo la advocación de La Virgen de la Altagracia, madre espiritual del pueblo dominicano.

 

Cifras actuales

Según datos de la Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) del año 2013, casi la mitad (48 por ciento) de las mujeres entrevistadas declararon pertenecer a la religión católica, mientras que sólo el 41 por ciento de los hombres de 15 a 49 años profesa esa misma religión.

En cuanto a las demás denominaciones, el 20 por ciento de las mujeres indicó pertenecer a la religión evangélica y un 2 por ciento a la adventista. El 28 por ciento de las entrevistadas declaró no pertenecer a ninguna religión. Por su parte, el 20 por ciento de los hombres son evangélicos mientras que el 37 por ciento no profesa ninguna religión.

Referencias:
Encuesta Demográfica y de Salud, República Dominicana 2013:  http://countryoffice.unfpa.org/

 

Concordato

El Sumo Pontífice Pio XII, a través de monseñor Doménico Tardini, acordó con el entonces presidente de la República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo, la firma del Concordato.

Este acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Dominicano, firmado en el año 1954, aún se mantiene en vigencia y en él se establece lo siguiente:

ARTICULO I

La Religión Católica, Apostólica, Romana sigue siendo la de la Nación Dominicana y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico.

ARTICULO II

  1. El Estado Dominicano reconoce la personalidad jurídica internacional de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano.
  2. Para mantener, en la forma tradicional, las relaciones amistosas entre la Santa Sede y el Estado Dominicano, continuarán acreditados un Embajador de la República Dominicana cerca de la Santa Sede y un Nuncio Apostólico en Ciudad Trujillo. Este será el decano del Cuerpo Diplomático, en los términos del derecho consuetudinario.

ARTICULO III

  1. El Estado Dominicano reconoce a la Iglesia Católica el carácter de sociedad perfecta y le garantiza el libre y pleno ejercicio de su poder espiritual y de su jurisdicción, así como el libre y publico ejercicio del culto.
  2. En particular, la Santa Sede podrá sin impedimento promulgar y publicar en la República Dominicana cualquier disposición relativa al gobierno de la Iglesia y comunicarse con los prelados, el clero y los fieles del País, de la misma manera que estos podrán hacerlo con la Santa Sede.

Gozarán de las mismas facultades los Ordinarios y las otras Autoridades eclesiásticas en lo referente a su clero y fieles.

Nota: Reproducción de los tres primeros artículos de la Resolución No. 3874, del Congreso Nacional, que aprueba el Concordato y el Protocolo Final suscrito entre la República Dominicana y la Santa Sede.

Fuente: Gaceta oficial. Año LXXV. Ciudad Trujillo, 21 de julio de 1954. No. 7720

Como consecuencia de la firma del Concordato en República Dominicana, la Iglesia Católica ha obtenido la personalidad jurídica civil de sus instituciones, ha sido exenta del pago de impuestos, ha sido respaldada por el Estado dominicano en la construcción de templos nuevos y goza del respeto y aceptación de sus días festivos.

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